Por Confesor Miguel Edel
Soy Confesor Miguel Edel, un joven de 25 años de edad, nacido y criado en un batey del Central Romana llamado 62, donde vivimos de la caña: el cultivo y el corte de caña. Aún siendo mi hermano y yo de pequeña edad, mamá y papá tomaron la decisión de no seguir viviendo juntos porque mi papá no quería cambiar de vida. Él es un jugador de juegos de azar. Papá cobra todos los sábados, pero lo que él hace después de cobrar es llevar el dinero al juego y perderlo todo y, por esta razón, tuvieron que separarse. Ya no aguantábamos más. Estábamos cansados de esta situación. Yo creo que mami tomó la mejor decisión de separarse de papá. De ahí, tuvimos que ir nosotros a trabajar, mi hermano Ramón y yo… tuvimos que ir a trabajar. Mi hermano tenía 15 años y yo 13 años cuando empezamos a cortar caña.
Mamá, cuando iba al corte de caña para llevarnos el desayuno, también se ponía a ayudarnos a cortar caña sin tener ningún miedo o vergüenza de que la vean cortando caña. No teníamos un padre de quien depender, ya dependíamos de nosotros mismos y de Dios. Dios nunca nos desamparó. Pero llegó un momento que tuve la mala suerte de escoger el mismo camino del juego de azar. Era yo jugador de juego de azar, pero un día tuve un encuentro con Jesús. Ahora soy un hombre nuevo. Después que Cristo me libertó mi vida fue restaurada.
Empecé a estudiar de nuevo en la Escuela del Batey de Higueral. Tuve que dejar a mi mamá para irme a vivir con mi hermana a Higueral para poder seguir estudiando, gracias a un amigo llamado Ney, que también me motivó para que yo continuara la escuela. Él me pagó la inscripción… el monto de 100 pesos. Cuando, entonces, retomé mi estudio, en 6to grado, en el Batey Higueral de la provincia La Romana, terminé la Primaria en Higueral y la Secundaria en Guaymate en Hicayagua en «Prepara»,38 los sábados. Terminé, machacadamente, pero terminé… gracias a Dios.
Fui criado sin un padre, pero he podido sobrevivir sin mi papá al lado mío. Yo era un hombre pésimo, insoportable, ante la sociedad. Nadie quería saber de mí porque yo era una persona malcriada… era un perro con ropa. Pero yo cambié. Después que Cristo vino a mi vida, fue transformada. Ya no soy el mismo hombre.
Fui cambiando poco a poco a través de leer la Biblia. Hoy soy sincero, honesto, respetuoso. Ahora soy cristiano evangélico, gracias a mi Dios. Yo pude entender que lo de trabajar en la caña no era para un hombre nacido y criado en la República Dominicana y sin problema de documentación. Sí, es cierto… hice corte de caña, pero lo hice por necesidad. No por gusto ni voluntad propia.
Luego de pasar por esto, también dependía de ir a buscar hierro, botellas, cobre y aluminio al basurero para venderlo. Luego, pasé a trabajar en un colmado en el Batey 62 como comerciante. Luego lo dejé porque eran pocos los ingresos que yo recibía 3 000 pesos quincenales… lo dejé después de que pagué un motor Loncin 125 CG y aún vivo en el Batey del Central. Esta es mi historia de vida.