Anderson Jean
El batey Sabana Larga, ubicado en la Provincia Monte Plata, municipio Sabana Grande de Boya, está habitado por ciento diez familias. Ese batey se fundó en 1956 y queda a hora y media de la capital, si se toma el transporte público.
El batey está poblado tanto por dominicanos como por personas migrantes procedentes de Haití que vinieron al cultivo de caña. Al desaparecer el Ingenio Río Haina (dicha empresa dejo de funcionar en el año 1997) cesa el cultivo de caña y aumenta la pobreza. Una gran cantidad de las personas emigró, aunque la mayoría resistió y siguió en el batey.
Sin embargo, quienes se quedaron fueron abandonados por el Estado, sin derecho a una pensión, a empleos dignos, atención médica y educación. Los inmigrantes no han regresado a Haití, han criado hijos e hijas en la República Dominicana, y en su lucha por sobrevivir se han dedicado a la agricultura de subsistencia, con cultivos como yautía, ñame y jengibre. También tienen trabajos eventuales, el conocido chiripeo. La agricultura se ve restringida debido a que por medio de la corrupción funcionarios gubernamentales se han apoderado de los mejores terrenos, y otra parte la constituyen áreas protegidas. Tampoco hay acompañamiento técnico ni financiamiento estatal para esta actividad.
Llevo toda mi vida en esta comunidad, una de las que cuentan con menos apoyo e inversión social por parte de los sucesivos gobiernos. En consecuencia, carece de servicios estables de agua potable y luz eléctrica, así como de viviendas dignas. El pozo comunitario que utilizan las 110 familias es muy antiguo, de la época en que funcionaba el ingenio. Por tuberías, el agua llega dos veces a la semana y cada familia debe almacenarla en cubetas. Esta precaria situación obliga a las personas de la comunidad a comprar agua constantemente, incurriendo en un gasto muy alto para sus disminuidos ingresos.
La escasez de viviendas implica un alto hacinamiento. Se da el caso de que en una habitación divida en dos cuartos vivan dos familias. La falta de educación sexual y reproductiva, así como de acceso a métodos anticonceptivos, debido a la política oficial, tiene como consecuencia una alta tasa de embarazos adolescentes. Muchas veces las muchachas al quedar embarazadas deben continuar viviendo en casa de los padres, agravando aún más la situación de hacinamiento.
Muchas personas reciben la tarjeta anteriormente conocida como “Solidaridad”, ahora denominada “Supérate”, pero que no ha sido ni una forma de verdadera solidaridad o un medio para la superación de las personas excluidas, ya que a duras penas sirve para aminorar el hambre. Hay pocos empleos públicos en la zona, y de ellos se excluye a la mayoría de las personas que viven en la comunidad por ser de nacionalidad haitiana o estar en situación de apatridia. Todo esto empuja a la juventud a emigrar apenas puede.
Una parte importante de la comunidad la integran personas de avanzada edad que no pueden trabajar. Los sucesivos gobiernos les han negado el derecho a recibir su pensión, pese a que durante décadas aportaron a la seguridad social, también se les niega cualquier tipo de asistencia social, en una política excluyente y discriminatoria. Algunas de esas personas tienen hijos y nietos que no han podido registrar en la oficialía. Estos niños enfrentan grandes dificultades para estudiar, tienen que caminar largas distancias para asistir a clase. La falta de perspectivas y la baja calidad de la educación desaniman a muchos estudiantes, que abandonan sus estudios. Luego, la falta de capacitación y de documentación, al ser muchos jóvenes dominicanos de la comunidad desnacionalizados, víctimas de la sentencia 168-13, añaden obstáculos al acceso a empleos dignos.
La comunidad no cuenta con parques, canchas deportivas u otro tipo de espacio de recreación para niños o adultos. Los pequeños bares construidos con madera y zinc donde la gente se reúne los fines de semana a festejar son prácticamente los únicos lugares de esparcimiento comunitario, pero por el alto volumen de la música y su horario ilimitado, también son un foco de conflictos con los vecinos.
El batey cuenta con un centro de salud de atención primaria que queda a tres kilómetros y el Hospital General Pedro Heredia Rojas queda a seis kilómetros, pero no está en condiciones de dar atención a los casos de gravedad. Esos son transferidos al hospital provincial de Monte Plata, el Hospital Dr. Ángel Contreras.
Testimonios
El abandono y la negligencia estatal han marcado las vidas en esta comunidad. Una madre cuenta el caso de la discriminación y negligencia médica sufrida en el Hospital Pedro Heredia Rojas:
“Recuerdo que viví unos de los peores momentos en el hospital municipal a las 7:00 PM con dolores de parto y la doctora me regreso a la casa, por la razón de que no había cama disponible y supuestamente me faltaban unos centímetros para dar a luz sin tomar en cuenta que yo era primeriza y la distancia que tenía que recorrer. Fue un momento desesperante, estuve a punto de dar a luz en un camino vecinal a oscuras. Cuando mi esposo notó la situación en la que estaba, regresamos al hospital. No tuvieron tiempo de ingresarme a la sala de parto. Tuve la niña en la sala de espera”.
Otra joven describe el corrupto clientelismo de los partidos tradicionales:
“Durante las campañas electorales, los candidatos recuerdan que el batey existe y a veces visitan para prometer ayudas a cambio de votos. Pero las ayudas solo son para los que tienen cédula y apoyan a los partidos que practican el clientelismo, solo un pequeño grupo recibe ayudas individuales, mientras nada se hace por la comunidad y sus problemas estructurales de falta de servicios y falta de posibilidades de desarrollo. No hay nada peor que vivir resignado”.
Resistencia Bateyera
En el mes de agosto del año 2008, el único espacio de recreación con el que contaba el batey sabana lo deterioraron con la construcción de la Autopista del Nordeste. El batey se vio en la obligación de realizar una manifestación, en reclamo de la reubicación de play, reparación de la acera y contenes, entre otras demandas. Muchas casas fueron destruidas durante la construcción de la autopista.
En el año 2011 la comunidad tuvo que enfrentarse a altos funcionarios que querían quedarse con las pocas tierras que tenemos alrededor de la comunidad. Nos opusimos a que nos despojaran de los solares que hoy en día están siendo habitados por las personas del batey.
Las dificultades del batey son muchas, sin embargo, ahí también está la fuerza y la dignidad para salir adelante y superar la discriminación gubernamental.