Este pasado Miércoles 16 Noviembre el senado de la República hizo público, lo que hasta ahora, parecía ser un misterio, los nombres de los nuevos integrantes de la Junta Central Electoral. Sin lugar a dudas, crónica de una muerte anunciada.
No obstante a quienes formen la nueva junta, sería interesante que alguien nos aclare algunas dudas que tienen que ver con nuestra situación como dominicanos/as de ascendencia haitiana. Como recordarán nuestros grandes dolores de cabeza y persecuciones nacen y mueren a en el seno de ese organismo.
Si hacemos un poco de memoria; en el año 2007 el pleno de la JCE emite la resolución 012-07, que cuestiona nuestra nacionalidad por simplemente ser hijos de haitianos, mientras el Dr. Julio Cesar Castaños Guzmán presidía esa institución. Por supuesto, la resolución 012-07 fue un consenso de los integrantes de la JCE de entonces, salvo honrosas excepciones.
Entre los criterios para evaluar a los candidatos a formar parte de la Junta estaban, curiosamente, la postura de el candidato ante la sentencia TC/168-13, su nivel de compromiso con la “defensa de la soberanía nacional”, entre otros. Siendo así que el senado de la República buscaba garantizar que quienes fueran miembros de la Junta no fueran más que un continuismo de lo que es el Dr. Roberto Rosario.
Sería importante que se le aclare a la ciudadanía los verdaderos motivos que llevaron a que la “nueva junta” sea presidida por Julio Cesar Castaños Guzmán. La pregunta sería, ¿Garantiza el Senado con su escogencia una Junta con nuevas políticas o sólo con nuevos rostros?.
De acuerdo a lo que podemos ver no hay mayores garantías de una junta comprometida con la protección de nuestro derechos, y quisiéramos equivocarnos. Y tal vez lo ético sería no advertir, pero por nuestras experiencias, y por conocimiento de causa, no podríamos tener menor preocupación.
En todo caso reafirmamos nuestra postura, confirmando que nuestro deseos de un país respetuoso de nuestros derechos como ciudadanos habrá que irlo construyendo a paso de tortugas, pero firmemente apoyados en la justicia divina, y en la fe de que algún día se levantarán hombres y mujeres de buena fe y de un verdadero espíritu patriótico. Algún día nuestros deseos de una PATRIA serán cumplidos.