Por Ana Maria Belique
Hoy Día Internacional de la Mujer, las mujeres dominicanas de ascendencia haitiana, junto a todas las mujeres dominicanas y las mujeres del mundo, tenemos miles de motivos por los cuales parar uniéndonos a la campaña #YoParo.
Las mujeres en el mundo han logrado grandes conquistas, a nivel nacional también se han logrados importantes avances. Sin embargo, la mujer dominicana de ascendencia haitiana y la mujer migrante haitiana es, en la sociedad dominicana, la más vulnerable, pues existe todo un sistema que nos niega derechos y oportunidades.
Los efectos nefastos de la política de desnacionalización y discriminación que sufrimos por ser descendientes de personas que han migrado a este país en búsqueda de una mejor vida, nos han colocado en una situación de mayor opresión y violación a nuestra dignidad.
Sufrimos por ser negras y a pesar que la gran parte de la sociedad dominicana es negra y mulata, ser negra es objeto de discriminación y en nuestro caso de negación de derechos.
Las mujeres dominicanas de ascendencia haitiana sufrimos por la nacionalidad de nuestros padres, como si ser hijo o hija de haitianos/as fuera sinónimo de pecado, pero, peor aún, sufrimos exclusivamente por ser hijas de madres extranjeras, dejando así en las espaldas de las mujeres la responsabilidad de la trasmisión de la nacionalidad como si fuera una culpa y una condena… que somete a la apatridia y a las prácticas discriminatorias.
Sufrimos como mujer al no poder dotar a nuestros hijos e hijas de la documentación debida para que a la vez ellos puedan desarrollarse y aportar a la sociedad.
Sufrimos como mujer al ser negados nuestros derechos a un mejor desarrollo de nuestros proyectos de vida, imposibilitadas de tener un buen empleo y la vez un salario digno.
Sufrimos cuando la sociedad nos ha hecho creer que el único trabajo que puede hacer una mujer del batey es trabajar en una casa de familia, negándonos la posibilidad de desarrollar nuestras capacidades como personas.
Todavía hoy, las mujeres dominicanas de ascendencia haitiana ven frustrada la posibilidad de disfrutar de los derechos sociales, políticos y económicos, convirtiéndolos así en una utopía a alcanzar.
El goce de derechos culturales de las mujeres dominicanas de ascendencia haitiana, al igual que los de todas las mujeres dominicanas, es otro de los grandes retos que tenemos, pues si desde el Estado, especialmente desde la escuela, nos enseñan una imagen tergiversada de nuestra historia, jamás valoraremos nuestra verdadera personalidad y a su vez nuestra identidad y nuestra raíz no será vista como riqueza cultural de nuestra sociedad.
La discriminación tiene rostro de mujer, mujer negra o afrodescendiente, mujer del campo, mujer del batey, y de mujeres en todas las esferas sociales.
Existen muchas otras consideraciones y muchas otras razones por lo cual parar en esta sociedad, sin embargo la realidad de enajenación en la que viven la mayoría de nuestras mujeres, nos hace casi incapaces de parar y luchar.
Ojala un día como hoy nuestras mujeres decidieran parar, parar de cocinar, limpiar baños, cuidar niños o incluso de negociar con su cuerpo y ser más conscientes de las grandes conquistas por las cuales tenemos que luchar.
Por eso, junto a todas las mujeres del mundo y en nombre todas las mujeres dominicanas de ascendencia haitiana, #YoParo, yo decido parar con la frente el alto y luchar por el derechos de todas y de todos.