El movimiento Reconoci.do expresa su más profundo rechazo frente a los actos de violencia perpetrados por la Policía Nacional en contra de trabajadores cañeros que luchan por su derecho a una pensión.

 

El pasado 31 de Julio de 2017, agentes de la seguridad y el orden  reprimieron una manifestación del movimiento de los trabajadores cañeros en Santo Domingo.

Fotos: Carmen Suárez/acento.com.do
Fecha: 26/04/2012

No conforme con exprimirlos en los campos de caña de azúcar, y en otras actividades económicas del país, hasta dejar de ellos tan solo el bagazo; no bastando con haber sido víctimas de la trata de fuerza de trabajo en componendas ilegítimas entre gobernantes dominicanos y haitianos; no siendo suficiente haber absorbido todo su vigor y sus fuerzas por miserables pagos, en condiciones de semi-esclavitud moderna… Tampoco se ha querido respetar su derecho a una pensión para la cual se les descontaba dinero de la vergüenza de salario que les parecía darles. Se les ha sometido a una peregrinación injusta, como única vía para lograr recibir la pírrica pensión que les corresponde por derecho.

Todo esto es parte de la política de segregación y de violación de Derechos Fundamentales a los que se somete a esta población trabajadora y a sus descendientes, a quienes a pesar de nacer aquí no nos consideran hijos de esta tierra.

A todo esto, cómo infortunio heredado, se suman las agresiones y los malos tratos del gobierno. Hombres corpulentos, consumidos por el ego y el poder que les otorga un estado de violencia e impunidad, irrumpen una humilde y pacífica manifestación de los pobres y negros cañeros y, sin contemplación alguna, desatan sus furias sobre la escuálida y desgastada figura de un anciano. Este que salió de su humilde casa, esperanzado dejó a su familia por la mañana de este lunes 31 de Julio, para lanzarse una vez más junto a sus compañeros de lucha, en busca de una respuesta a la demanda de que le otorguen su pensión. Recibió como respuesta un bombazo en el pecho, a quemarropa, que lo ha puesto a debatirse entre la vida y la muerte.

Si su salvajismo no les permitió respetar las canas enrojecidas y consumidas por la miseria, menos les permitió respetar a las mujeres ancianas quienes también fueron salvajemente agredidas y vituperadas por los agentes del “orden”, incluyendo al liderazgo solidario que acompañaba esa loable lucha. La intolerancia y desprecio del gobierno hacia la gente pobre, especialmente hacia las que políticamente no les resultan aprovechables, se hace patente una vez más. Y eso no puede ni debe ser tolerado.

Esa es la manera de reconocer la colaboración de los inmigrantes que dejaron su juventud en los cañaverales, aportando a la construcción de nuestro país. No fue suficiente el sudor y el tiempo consumido como abono para el crecimiento de nuestra nación y el engorde de inmensas fortunas del capital extranjero y de varias de las familias más ricas y poderosas del país; sino que es necesario sumar, como ingrediente adicional para el abono, la sangre de ellos. Al parecer ese es el precio que deben pagar por interpelar el orden de abuso e impunidad que impera en la República Dominicana.

Como hijos y nietos de esos cientos de hombres y mujeres que han dejado todas sus fuerzas para hacer rica esta nación en la industria azucarera, expresamos nuestro más profundo rechazo ante este hecho de abuso de la autoridad y del poder.  Sin duda alguna esto quedará marcado en la historia de los abusos de este gobierno que dice llamarse democrático y en la  lista de actos de violencia policial, esta vez, en contra de inmigrantes, personas envejecientes y manifestantes pacíficos.

En este sentido esperamos que las autoridades competentes  investiguen y sancionen a los agentes que actuaron ante este hecho tan brutal en contra de una población indefensa triplemente abusada, y que las consecuencias legales e institucionales lleguen hasta quienes tomaron la decisión de reprimir con brutalidad y abuso a nuestros cañeros.

Basta de atropellos y basta de impunidad.

 

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