El 1ero de mayo es una fecha que une a todas las personas trabajadoras en el mundo, por lo que en la mayoría de países se conmemora esta fecha. Este año se cumplen 157 años del inicio de la gran huelga de los trabajadores de Chicago exigiendo una jornada laboral de 8 horas. Esta huelga enfrentó una gran represión y luego fueron enjuiciados y ejecutados sus principales organizadores. Por eso se les honra mundialmente como los Mártires de Chicago a George Engel, Adolph Fischer, Albert Parsons, Albert Vincent y Theodore Spies. También a Louis Lingg, que se suicidó al ser condenado injustamente. Un detalle importante es que muchos de esos dirigentes obreros de Chicago eran inmigrantes.
La lucha y resistencia de los trabajadores por el respeto a sus derechos continúa en la actualidad, pues se siguen violando en todas partes. La población dominicana de ascendencia haitiana en su mayoría puede decir con orgullo que somos hijos de obreros y obreras y también en nuestra gran mayoría vivimos de nuestro trabajo, somos parte de la clase trabajadora. A pesar de las conquistas laborales logradas en los últimos 130 años, todavía vivimos en el mismo sistema capitalista, en el que una minoría de capitalistas son dueños de las fábricas, la tecnología, las maquinarias y concentra la riqueza, mientras la mayoría trabajadora vive todo tipo de precariedades.
El Congreso Obrero Socialista, luego conocido como la Segunda Internacional, celebró su fundación en 1889 en París. Para recordar y reivindicar a los mártires de Chicago, estableció el 1ero de Mayo como día internacional de lucha. Una diferencia entre República Dominicana y la mayoría de los países del mundo es que en este país el primero de mayo no es un día no laborable, sino que es un feriado movible. Pero no debemos olvidar su origen y significado. Incluso, la exigencia de la jornada de 8 horas, por la que murieron los mártires de Chicago, es una lucha aún vigente. Todavía en los campos de caña y otras áreas de la economía se obliga a trabajar 10, 12 y hasta 14 horas diarias.
Somos el sector más oprimido y explotado de la clase trabajadora en este país. Nuestros padres fueron traídos a trabajar en el país desde su juventud hasta dejar todas sus fuerzas dentro de los campos de caña, sus huellas inflamadas por callos que le producían los machetes y las azadas, y hoy día son tratados por el Estado como invasores, después de trabajar horas extendidas toda una vida produciendo la riqueza de este país.
Los patronos dominicanos y extranjeros, incluyendo al propio gobierno, contratan mano de obra haitiana y se benefician de tener trabajadores en situación migratoria irregular, que no puedan protestar, sindicalizarse o defender sus derechos en los tribunales. La clase trabajadora inmigrante haitiana ha sufrido durante más de un siglo la superexplotación en el país, los trabajadores inmigrantes son utilizados como herramientas desechables. Siempre bajo la amenaza de ser detenidos arbitrariamente con el fin de ser deportados por parte de policías, militares o agentes de la DGM. En condiciones muy duras, miles de trabajadores inmigrantes sostienen con sus labores la industria azucarera y otros sectores agrícolas, la construcción, el turismo, y otros sectores de la economía. En cada uno de estos sectores están expuestos a que sus derechos laborales sean violados, trabajando más de 8 horas por jornada, sin acceso a la seguridad social y prestaciones laborales, con salarios muy bajos y en ocasiones son deportados sin que se les pague sus salarios o son extorsionados por policías, militares y agentes de la DGM para que entreguen el dinero que se ganan con tanto esfuerzo a cambio de no ser deportados.
Un ejemplo de esta situación es el de Alexander Raimon, de 69 años, quien reclamaba el año pasado que tras 47 años trabajando en un ingenio de La Romana no le pagaban la pensión para la que aportó: “Yo he dado mi vida en la caña (y ahora) no tengo pensión, no tengo seguro médico, no tengo dinero, estoy enfermo… me dan 45 días para salir de mi casa”. Hay miles de trabajadores como él en la República Dominicana. ¿Por qué el Estado dominicano les niega sus derechos como trabajadores? El primero de Mayo también es para reivindicar a los cañeros y exigir respeto.
La política de represión, discriminación y persecución contra los cañeros se ha extendido contra sus hijos y nietos, cuando se les quitó la nacionalidad dominicana con la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional. Esta situación de apatridia impide a estos dominicanos y dominicanas acceder a empleos formales, sindicalización, seguros médicos, educación, y otros derechos. El gobierno prometió dar respuesta a dicha sentencia mediante la ley 169-14, pero fue un engaño. El sistema quiere condenar a todos los dominicanos de ascendencia haitiana a la misma marginación y explotación laboral que sufrieron sus padres y abuelos. El primero de Mayo también es una fecha para exigir que se reconozca nuestra nacionalidad y el fin de la apatridia.
Los trabajadores en República Dominicana tenemos por delante muchos retos. Hay que seguir luchando por la jornada de 8 horas diarias, por salarios que cubran los gastos básicos de las familias, por el derecho a sindicalizarse, por el derecho a la salud y a las pensiones. Por el principio de igual pago por igual trabajo, sea el trabajador inmigrante, joven o mujer. Para poder conquistar estos derechos, debemos seguir el ejemplo de las luchas obreras victoriosas que en el mundo ha habido, que es luchar unidos más allá de diferencias religiosas, de nacionalidad, raciales o de cualquier otro tipo. En nuestro país es importante unificar la lucha de trabajadoras y trabajadores dominicanos, inmigrantes y dominicanos de ascendencia haitiana, para lograr la liberación de toda la clase trabajadora.