Café con pan

 

Por Mayra Feliz Pérez

Mi historia empieza cuando mi papá quedó sin trabajo, bajó de la capital para el batey, pero no había trabajo allá, solo la agricultura y hacer carbón. Tuvo que hacer lo que había en el momento, pero él no sabía picar la leña, tampoco armar el horno, pero nosotros ya sabíamos; al no saber mi papá [cómo] hacerlo, prefirió optar por un préstamo para pagar a otras personas para cortar la leña y armarle el horno. Cuando mi papá veía que era tan difícil, quería abandonar, entonces mi mamá vio que esto era innecesario y mis padres se peleaban todos los días por esto.

Llegó un momento en el que no había resultado con el carbón y se gastaba el dinero. Casi no había para comer en el día, solo café y pan. Nosotros ya estábamos acostumbrados a tenerlo todo fácil, llamándolo y pidiéndole que nos mandara dinero cuando él trabajaba en la capital, pero todo cambió. Ya no había qué comer… Solo café con pan: en el desayuno, la comida y la cena. Un día mi hermanita salía de la escuela, cuando pensaba encontrar algo diferente, vio que era lo mismo: café con pan. Dijo: «Todos los días café con pan»… y se puso a llorar.

Los pleitos de mis padres eran cada vez más largos, desde las siete de la noche hasta las dos de la madrugada. Para mi [padre] no escuchar a mi mamá discutir, se levantaba temprano y se iba a los montes a limpiar un pedacito de tierra que tenía para hacer un conuco. Hizo el conuco, lo sembró y con el tiempo cosechamos maíz, habichuela, yuca, plátano, etc. Las cosas iban cambiando, ya no era café por la mañana, por la tarde y por las noches… comíamos arroz, habichuela y carne, aunque no todos los días.

De la noche a la mañana, él decidió por volver a hacer carbón, pero el dinero del préstamo no se había pagado y se había gastado. Las cosechas del conuco no fueron suficientes para pagar el préstamo, por lo que mi mamá decidió hacer bicuites que se hacen con harina, levadura, aceite, azúcar, mantequilla, manteca, sal y agua; se mezclan la harina, la mantequilla, sal, azúcar, levadura, manteca y el agua, se mueve todo, hasta hacer una masa… se deja reposar unos quince minutos para que la levadura eleve un poco la masa. Después se cortan pedazos de la masa, se les pasa una botella para aplanar, se pone en un caldero caliente, con un pedazo de cinc con candela hasta que quede dorado. Se venden a cinco pesos la unidad. Ella vendía hasta 500 y 1 000 pesos diarios. Compraba sacos de carbón para ir a otras comunidades a venderlos sobre un burro que teníamos. Así, ella pudo pagar el préstamo.

Mi mamá estaba enferma. Le daban muchos dolores en la barriga y la espalda. Desde que ella tenía tres años con el dolor… cuando le daban esos dolores… le daba por discutir y pelear con todos, aunque fuera algo bueno o malo. Era quistes y miomas lo que tenía. A las dos de la madrugada le dio el dolor a mi mamá, Nos cambió la vida 72 73 comenzó un pleito con mi papá porque mi papá no tenía trabajo. Duró cinco años sin trabajo, nuestro sustento dependía del conuco, el carbón y el bicuite que mi mamá hacía.

Pasamos una semana sin pleitos. Los hermanos dijimos que ya no había pleitos, pero –de la noche a la mañana– comenzó otro pleito entre mis padres. Desde la una hasta las tres de la madrugada. Mi papá decidió recoger sus cosas para irse para la capital, llamó un motoconcho para que lo llevara hasta el batey 4 a esperar una guagua. Esa noche no dormimos, llamamos a un amigo que vive en un batey llamado Isabela para que lo fuera a buscar y lo trajera a la casa. Lo encontró y lo llevó de nuevo para la casa.

Mis hermanos y yo no queríamos que él se fuera solo con el pasaje. Le completamos el dinero, hicimos dulces para vender y le dimos el dinero para que se fuera para la capital. El mismo día que llegó a la capital consiguió un trabajo, le va bien y está terminando de construir una casa que compró en Las Américas. Un mes después, mi papá mandó dinero para que mi mamá fuera a hacerse la operación, ya hace dos años que la operaron.
Nos

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